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Foto tomada por mí hace poco más de un año |
¡Mi Ávila! Sí, mío. Yo creo que todos los caraqueños sentimos esta montaña como nuestra. Cada vez que uno la contempla así, tan despejada, tan imponente y tan verde, es inevitable suspirar. A mí me calma, me oxigena y me abre la mente.
He tenido la fortuna de nacer, jugar, crecer, estudiar, trabajar y hasta casarme prácticamente dentro de esta postal. En medio del caos de la ciudad, sólo hay que alzar la mirada y ver El Ávila, el cual, vale decir, existe así como lo vemos gracias a que es parque nacional. Realmente pensar en una Caracas sin este regalo de la naturaleza es imposible.
Este cerro es la compensación que Dios bondadosamente le dio a nuestro valle ante la hostilidad que se vive en sus calles. Pero como bien lo expresó Gabriel García Márquez, el destino de Caracas "es igual al de muchos seres humanos de gran estirpe, que no pueden ser amados sino por quienes sean capaces de padecerlos".
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