
Me confieso una enamorada sin remedio ni cura de la gramática española, y desde siempre he sido vocera y defensora de los acentos ortográficos o tildes que tantas de nuestras palabras llevan para considerarse correctas y, a veces, para no hacer ambiguo su significado. Sin embargo, para detrimento de nuestra maravillosa lengua, y con todo y la ayuda de los correctores automáticos de texto, muchos pasan por alto este hecho.
Resulta que en francés la cosa es doblemente más compleja. Hay vocablos que llevan hasta tres tildes, es decir, se marcan t-r-e-s acentos, como por ejemplo vénézuélien (venezolano). De manera que todo lo crítica, estudiosa y celosa que soy con el castellano, se me exige ahora para un dominio, aunque sea promedio, del francés.
Hay algo que me ha dado cierta ventaja, y es que desarrollé una relación de amor con este idioma, y pasé de comprenderlo a sentirlo, lo cual hace que sea la intuición la que muchas veces me ayude a colocar el, o los acentos, que apliquen (agudo, grave o circunflejo). Al revisar luego en el diccionario, muchas veces me he llevado la sorpresa de que “la pegué”.
La lectura también ha contribuido a ir venciendo esta dificultad, pero sé que es mi incipiente conocimiento y conexión con el mundo visto desde la francofonía lo que ha sido de más valor. Además, empezar a hablar francés me hizo darme cuenta de lo mucho que me atraen las lenguas romances.
Ser estricta con el correcto uso de mi adorado español es un rasgo que vino conmigo de nacimiento y que se afianzó con la profesión que decidí tener, pues mi materia prima a la hora de trabajar es el idioma. Eso sí, siempre con la humildad por delante y también con el deseo de saber más y más.
No importa la profesión u oficio que una persona desempeñe, todos los hispanohablantes estamos llamados a respetar esa vasta, compleja y musical lengua que es la española porque es nuestra más rica herencia. Jamás dejaremos de conocerla, y jamás será tarde para profundizar en ella y defenderla.
Leer, escribir, hablar, en fin, todo lo que tenga que ver con la comunicación ha sido, es y será la esencia de tu vida. Cuando estabas muy pequeña, de meses y no hablabas, te comunicabas con la mirada. En el colegio sentías empatía por las profes de castellano y literatura: la Madre Carmen, la Prf.Marta, igualmente en la universidad. Sigue adelante que vas por muy buen camino mi amada escritora......
ResponderEliminarTe quiero mucho
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTienes mucha razón mamita bella. Esa época del colegio fue de oro, y luego vinieron mis años universitarios... también muy trascendentales para mí. Gracias por tu apoyo incondicional y por creer en mí. TA.
ResponderEliminarEs una lástima que con el uso de la tecnología (chats, twitter, etc.), en lugar de mejorarse la ortografía, la cosa empeora. Uno ve unas abreviaciones locas, o un pseudo lenguaje que solo el que lo escribe lo entiende, errores ortográficos por doquier (a pesar de los correctores automáticos). Solo nos queda a los enamorados de la lengua castellana tratar de convertirnos en sus defensores...
ResponderEliminarAdmirable tu y tu francés. Me parece una lengua bien compleja ;)
Besos
Gracias por tu comentario Yoli! Un gran abrazo y saludos a Sergio.
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