noviembre 26, 2011
Ya se respira Navidad
El fin de semana pasado Javi y yo decoramos la casa de Navidad. Todo sencillo pero perfecto. Nada que sobre y tampoco que falte. Yo, amante de los rituales en el hogar, no concibo realizar la feliz tarea de vestir la casa para estas fechas sin crear un ambiente que lo haga aún más divertido, así que de fondo se escuchaba música navideña venezolana y al alcance de la mano tenía un ponche crema servido con bastante hielo picadito.
Pasadas las horas, cayó la noche de ese día y enchufamos las luces recién colocadas para luego pararnos los dos desde una esquina de la sala y contemplar nuestra obra. Se sintió muy bien. De verdad adoro esta época del año y todos los recuerdos gratos que se me desencadenan cada vez que se acerca.
Pienso entonces en las diferentes etapas de mis navidades. En mi niñez eran algo apoteósico, sólo recuerdo risas, música, la reunión familiar para hacer hallacas, fines de semana muy movidos, familia y más familia, regalos y más regalos, amor y más amor.
Especialmente recuerdo el escribir la carta para el Niño Jesús, la hechura del pesebre y la larga espera hasta la Nochebuena. Mi hermana y yo éramos niñas privilegiadas a la hora de recibir los regalos pues llegaba todo cuanto pedíamos ¡y más! Hace poco conversaba con papá sobre esto, y él me decía, con mucho sentimiento en sus palabras, que lo hacían para que la llegada del Niño Dios siempre fuese inolvidable y recordáramos esa inocencia y alegría. Les digo que lo lograron.
Y ni hablar de los 31 de diciembre en casa de la abuela Julia, donde cabíamos a duras penas de tantísimos que éramos, pero que de ese bochinche salieron los momentos más memorables y hermosos. El "5, 4, 3, 2, 1.... ¡Feliz Año!", con copas alzadas y miradas cargadas de proyectos, recuerdos y quién sabe tantas cosas más. No faltaba quien soltara sus lagrimitas, yo incluida.
Luego los años fueron pasando, cada quien fue haciendo sus vidas y las circunstancias son otras. Así pues, las navidades siguen siendo muy alegres y emotivas, pero ya sin ese exceso de energía moviéndose alrededor.
Mientras se fue bajando el volumen de la celebración, y ésta se iba haciendo cada vez más íntima, se hizo muy evidente que es nuestro espíritu el que le aporta calidad a los momentos, y es la riqueza interior la que hace posible vivir momentos genuinamente felices, y nos permite encontrar emoción incluso en lo más pequeño.
Hoy, tengo mi hogar junto con mi gordo bellísimo y estas fechas son tan o más especiales de lo que fueron hace muchos años, a pesar de que en la familia cada vez coincidimos menos a la hora de celebrar. Las cosas no son estáticas en el tiempo, y por muy hermosa que sea una etapa, hay que dar paso a las siguientes y valorar lo nuevo que nos traen y aprender de lo que nos dejan.
Me siento plena y agradecida con la vida. Me abro a todo lo maravilloso que está por venir.
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Que alegria!!!! Que bonito saber q tendremos Navidades juntos celebrando ese sueño que fuimos compartiendo en el camino!!! Ya quiero ser testigo de todo eso por demás de bendecido que esta por venir!!!!
ResponderEliminarLa navidad es eso, armonía, familia, compartir, alegría.... y gracias a Dios tuvimos la gran suerte de disfrutar de todas esas emociones juntas. Esos momentos lograron formar esa sensibilidad que hoy en día recordamos y practicamos como si hubiera sido ayer. Dejaron en nuestros corazones una huella imborrable que deja ver lo hermoso que fueron esos momentos de tanto calor familiar, que alimentaron el espíritu de las dos personitas que más amo en la vida. Sigue adelante!!!!
ResponderEliminarAsí es mamita bella. Fueron de tremenda riqueza esos momentos que vivimos. Un legado que espero un día transmitir a lo hijos que Dios me mande. Un referencia única y maravillosa que estoy replicando en mi hogar. Te quiero.
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