Cuando uno emigra, eso es algo fundamental (al menos para mí). Comenzar de cero significa salir a ganar espacios en unas calles que te gustan pero que aún no conoces del todo, y es también realizar una interacción con la nueva cultura que a veces nos agota un poco. Para reponernos, lo mejor es buscar sosiego en ese rincón que ya empezó a ser nuestro, que tiene nuestro sello y color.
Consentir el hogar es todo un arte que requiere total vocación. Venirse de Venezuela, donde la ayuda doméstica cuesta poco, es asumir que para que la casa esté en las condiciones que deseamos hay que abrazar las rutinas que antes solíamos delegar. Así, lavar, doblar la ropa y guardarla, planchar y limpiar, son ahora tareas que nuestras propias manos logran, y que descontamos de nuestro propio tiempo. Cocinar es un verbo que siempre pienso de último porque, por fortuna, además de ser gran colaborador, En casa cocina él.
Debo confesar sin pena alguna que, lejos de opiniones adversas y absolutamente comprensibles, a mí me agrada el trabajo del hogar. Es más, como buena y digna virgo,
Pero volviendo a los menesteres hogareños, debo decir que cuando me concentro en ellos, muchas veces casi creo escuchar, desde mi interior, la voz de mi abuela (ahora sí les permito que piensen que estoy loca), orientándome y dándome consejos. De ella heredamos el resto de las generaciones de mujeres de la familia la pasión por hacer relucir el hogar. No es lo mismo una mesa puesta por cualquiera que por mi abuela; luce más hermosa, como si ella le rociara una magia especial.
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Las manos de mi abuelita. Foto: Javier Picco http://500px.com/jpphotographe/sets |
Verla guiar su casa, realizar sus actividades con sus propias manos ya muy arrugaditas, y escucharle al mismo tiempo sus historias, es participar del milagro de ganar su herencia en vida. Un legado de valores que ya poco se ven, y que ella sabe transmitir es a través de la conducción de su hogar, porque fue así como lo aprendió.
Ella, María, no escatima momento para decirnos que nos quiere: “Les hice arepitas”, “Voy a enseñarte cómo hacer las flores para decorar tortas”, “El secreto de la receta del arroz con leche es...”, “Para agarrar un ruedo, hay que…”, “Las cortinas se miden así…”, “Éstas son las matas que se dan en la sombra”, “Vamos a tomarnos un cafecito”…
Su presencia en mi vida ha nutrido de manera maravillosa la importancia que para mí tiene el hogar. Ha sido, junto con mi madre, figura esencial en la evolución de esa faceta de mi naturaleza femenina con la que disfruto estar conectada. Claro está, yo le he dado mi toque y la he adaptado a mi presente.
A veces mi mamá, mi hermana y yo, cuando hacemos algo al estilo de la abuela, bromeamos diciéndonos: “¡María, sal de ese cuerpo!”. Hoy quise titular este post en el sentido correcto, para declarar que quiero preservar lo que ella me ha querido entregar: “María, quédate en mi cuerpo”.
P.D. Sé que este post estuvo un poco extenso, pero no podía dejar de contarles que en el cielo tengo a una abuela grandiosa: Julia. Ella me dejó otro tipo de herencia, también única, que otro día les cuento.
Vero, pero no conocemos el hogar, tómale una fotico :)
ResponderEliminarBesos...
Jajajaja! Es verdad mi Yoli. Luego las subo. Un beso gigante!!!! Y saludos a Sergio.
ResponderEliminarVerito, que palabras tan lindas sobre mi madre has escrito. Si somos fanáticas del Hogar. De verlo lindo, perfumado con flores, y si herencia en vida y como tú dices vivencias de pocos, porque pocos tienen la dicha de disfrutar de esa larga vida. Las muchachas de María, las chicas de Hugo, las de Rosario, y si supieras los chicos míos, motivados, también tienen sembrado ese gusanito, les gusta tener todo arreglado (a su manera). Luego de tener bello el salón y estar sentada en él, con tu gordito al lado, velitas, musiquita, ¡qué gran disfrute! Me gusta esa herencia, y además también me gusta trasmitirla. Que viva MARIA.
ResponderEliminarQue hermosura! Me identifique tanto....! pero con la presencia de mi mama que esta alla arriba. Mi hija, tuvo la dicha de vivir a su abuela igual que tu. Y la foto de sus manos... conmovedorqmente bella!
ResponderEliminarGracias por invitarme a tublog, creo que me quedo.
Abrazos!
Mil gracias!!! Bienvenida!
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