abril 09, 2016

Me hizo suya

Oratoire Saint-Joseph en Montreal. Foto: Javier Picco.

Emigrar es como un trabajo de parto que dura meses. Te ilusionas, te preparas, te desprendes… y vuelas. Renaces. Una buena mañana despiertas en un nuevo cosmos, no tan íntimo ni tan conocido, ni tan tuyo. Pero si observas cuidadosamente tu vida hasta ese gran salto hacia otra tierra, casi podría asegurarte que cada día vivido y cada mínimo suceso estaban hilándose con una seda invisible para conducirte hacia esa nueva experiencia. A lo mejor son cosas mías, pero quizás no.

Comienzas a caminar por otras calles que tienen nombres en otro idioma, que tienen un significado para muchos, pero no para ti. Te lanzas a explorar veredas, bulevares, plazas, estaciones de trenes. Necesitas poder ubicarte porque ni siquiera distingues el norte del sur. Lo que sí diferencias es tu valía, tu gallardía y tus ganas. No pasa mucho tiempo antes de que te des cuenta de que esa es tu mejor arma. Por muy habituados y seguros que se vean los lugareños, nadie puede igualar ese arsenal de seguridad y de arrojo que llevas contigo.

Te rodean nuevos códigos, expresiones, acentos, olores. Hasta el color de luz del cielo es distinto. Pero te sientes pleno. El parto fue largo, pero al fin puedes llenar tus pulmones de aire de libertad y de futuro, y respirar, respirar, respirar… hasta que en tus ojos solo se lea esa paz.

Tiempo después, en cierto punto de ese bendecido renacimiento, caes en cuenta de que el nuevo espacio es cada vez más tuyo. Tu apertura se fundió con tu sentido de la curiosidad, y como resultado de esas ansias de conocer y de descubrir, empezaste a abrazar nuevos referentes. Y la ciudad también se sintió honrada con tu presencia y te reconoció como parte de ella.

Yo camino Montreal. Pudiera mejor decir: Yo conduzco en Montreal. Pero caminarla me llena de gozo. Es tan amable, tan humana, tan bohemia, tan imperfecta, tan charmante! Me informo sobre ella y voy a su encuentro. Siempre me recibe con gentileza en su mirada. No hay café, parque, auditorio, galería, teatro, oficina o rue de donde salga con desilusión. Te camino Montreal.

Y están también "mis sitios". Esos que hice mi refugio y que me dan el silencio y la armonía que a veces necesito cuando quiero ordenar mis pensamientos y mis impulsos. El Oratoire Saint-Joseph (templo más grande e importante del mundo dedicado a San José), y la Grande Bibliothèque (más que una inmensa y hermosa biblioteca, es un faro cultural y yo podría vivir en ella). Pasar delante de estos lugares o entrar en ellos me hace sentir conectada con mi nuevo universo. Los hice míos, y con ellos a esta pequeña y adorable ciudad a donde el destino tuvo el acierto de traerme.

¿Estaré para siempre en Montreal? No lo sé. Pero hoy me siento privilegiada de estar aquí, y la riqueza que me ha regalado esta metrópolis es invalorable y siento que se me sale por los poros. Y yo sé que ella también me hizo suya.



7 comentarios:

  1. Bellisimo! Me encanta tu sensibilidad. Montreal es mi ciudad favorita de Canada, a calgary he aprendido a quererla con su cielo y sus montanas, bueno, estoy repetitiva! Un abrazote!!!
    Abrazos!

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    1. Hola Leo! No, no eres repetitiva. Ni tampoco lo soy yo escribiendo a dos por locha sobre Montreal. Es simplemente que somos mujeres afortunadas de apreciar el lugar en el mundo en donde estamos. Un abrazote para ti también.

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  2. Comparto esos sentimiento contigo, hubo un tiempo, hace muchos años que viví en Montreal, fui padre allí por primera vez, luché con las calles intransitables por la nieve para llegar con mi mujer que iba a dar a luz nuestra primera niña, y fui muy feliz en esa ciudad, pudimos habernos quedado a vivir en ella, pero finalmente elegimos volver a Caracas, en los tiempos en que se podía andar por Sabana Grande a las 4 de la mañana... :)
    Besos y salud

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    1. Que privilegio que hayas conocido Montreal y vivido en ella! Al final, yo creo que nuestro paso por los diferentes lugares a donde nos lleve la vida lo que hace es enriquecernos como personas. Un gran abrazo, Genín!

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  3. Hermoso Verito. Un abrazo grande!

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    1. Gracias Evita de mi corazón! Otro abrazo para ti.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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