Si fuese la dueña de ese balcón, me gustaría sacudir un poco la nieve y sentarme -bien abrigada- en esa mecedora. Disfrutar con la mirada y con el alma todo alrededor y cerrar un rato los ojos para llenarme de la energía del frío invierno. Sí, el frío me gusta. También me pone reflexiva. Eso quiere decir que me esperan muchas más semanas de introspección y de "pensar en frío".
Viene a mi mente, con algo de nostalgia, la época en la que estaba en el colegio en Caracas, en unas hermosas instalaciones muy cerca del Ávila, esa magnífica montaña que apacigua los pesares de los caraqueños. Cuando llovía, o bien las veces en las que la neblina bajaba, yo sentía que entendía mejor las lecciones, tomaba con más esmero mis apuntes y venía a mí una especial inspiración. El calor me causaba el efecto inverso. Eso continuó así con el tiempo.
Si estoy en medio de un clima montañoso y húmedo hay algo en mi interior que se alegra, que se anima, que despierta ¡Qué cosa más extraña! Porque por lo general escucho a la gente decir lo mismo pero del verano, del pleno sol. Y ni hablar de lo que siento cuando veo nevar. Es como un éxtasis. Si estoy en la casa, dejo las cortinas un poco corridas para observar cada vez que voltee esas chispitas blancas y sublimes que adornan el aire y que me encantan. Soñé siempre con vivir entre ellas y agradezco al cielo que se haya hecho realidad.
Lo cierto es que luego de un viaje imprevisto que me llevó hasta mis más grandes afectos en Navidad, volví a mi mágica y de momento helada, Montreal. Y si el inicio de un nuevo año genera el efecto de querer hacer balance, poner las cosas en perspectiva y fijar metas, pues yo lo tengo elevado a mil. Culpable: el clima.
En medio de mis pensamientos, lo que siento es un inmenso agradecimiento a Dios y a la vida por permitirme vivir esta experiencia de establecerme en Canadá. 2012 fue un año maravilloso lleno de retos y de docenas de aprendizajes (salvo por un duro tema familiar que confío se resuelva pronto). Me siento llena de mucha fuerza para recorrer el 2013 y recibir todo lo que nos traerá.
Mientras tanto, yo sigo saboreando el invierno. Me gusta contemplar a esos grandes sobrevivientes que son los pinos con su nevado traje de gala, las blancas extensiones y parques que en verano eran verdes, los techos inmaculadamente rectos, los niños enloquecidos de alegría mientras se revuelcan en las montañas de nieve, las personas que enlazan los cordones de sus patines y los llevan al hombro en busca de una pista para lanzarse y patinar, el chocolate caliente, la ciudad vestida de luces decorativas que iluminan sus noches blancas, la quietud de las tardes, las actividades recreativas que la ciudad ofrece para que aprendamos a convivir con nuestra nieve. Es en verdad precioso todo.
¿Lo no tan bello? Pues claro que hay cosas no tan glamorosas, porque nada en este mundo es perfecto. Pero créanme que la lista a favor es aún más interesante y larga. Además, fijarse en lo positivo de las cosas es una elección de vida y nos regala más momentos felices. De todas maneras, para los más curiosos, prometo un post con esos detalles no tan sublimes del invierno.
Deseo que así como el frío me estimula la mente y el espíritu, así sea capaz de abrirme a la sabiduría divina y mejorar siempre, sin nunca detenerme.
Aquí seguiré, en esta esquinita. Gracias por acompañarme y por leerme. Se les quiere.
Vero, que bella foto y que profunda reflexion. A mi tambien me encanta ver caer la nieve, se hace un silencio. Espero tu 2013 sea muy lleno de inspiracion, entusiasmo y felicidad!
ResponderEliminarUn besote
Gracias Leo!!! Deseo también un 2013 maravilloso para ti.Gracias por estar ahí. Un abrazote.
ResponderEliminar¡Que excelente post!
ResponderEliminarDebo admitir que me encantó este post. Escribes excelentemente bien. Y siento empatía contigo, porque me encanta el frío. Siempre paso mis vacaciones en Mérida, ¡en el punto más alto!
Mucha suerte y espero otro interesante post!
Aleymina: Gracias por tu comentario. Muy contenta de tener una nueva lectora. Bienvenida siempre a esta esquina!
ResponderEliminarYo también soy de las que aman el invierno. !Hay tanto que hacer! Me gustan los deportes de invierno, y también me gusta estar en casa y saber que estoy resguardecida de los elementos. Es la hora de cocinar y leer y jugar mucho Monopolio con los hijos. :-)
ResponderEliminarAsí es Josianne. Ambas experiencias son ricas... salir y quedarse en casa. Un abrazo.
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