Años y años viviendo tan cerca de mi mamá, mi abuela y mi tía, viéndoles y ayudándoles a hacer maravillas de tortas, y es ahora, cuando estoy tan lejos, que me ha dado por recopilar sus mejores recetas, anotarlas en una libreta de diseño retro y hojitas envejecidas que alguien me regaló hace tiempo, y hornear una y otra vez. Jamás antes tuve tanta necesidad de hornear un bizcocho o ponqué (como le decimos en Venezuela) y de buscar la perfección en su textura y sabor. Aún no logro el punto que considero "de deleite" pero creo que voy por buen camino.
Siento que, además de darme placer, hornear tortas me conecta muy estrechamente con mi historia. Su preparación me lleva a aquellas tardes caraqueñas de brisa fresca, luz blanca, quietud, olor a madera pulida y pajaritos cantando en el jardín de la casa de mi abuela. Me pareciera verme sentada en esa mesa amarilla que tenía en su cocina para la época, y percibir ese confortable aroma a dulce hogar. Solitas las dos, ella me enseñaba con paciencia y esmero.
Hoy estoy segura de que la abuela quizás sospechaba que, aunque lejos en el tiempo, yo iba a despertar algún día ante el gusto por su antiguo oficio, porque ella fue repostera profesional en su momento. Lo que no vio en ese entonces es que iba a suceder sin ella cerca. Sé que lo adorarías abuelita, y yo también, pero me fui lejos sin pensar en tu nostalgia. Déjame al menos reconfortarte haciéndote saber que estás, además de en mi corazón, en cada gramo de cariño que pongo al hacer una torta, ¡y en tu receta de chocolate caliente también!
El hecho de haber emigrado me ha puesto gustosamente cara a cara con toda mi naturaleza interior. Definitivamente es una experiencia en la que hay que fluir con plenitud. Y hablando de ello, es curioso que de nuevo me encuentre entregándome a mi abuela en este blog (sobre quien también escribí aquí). Yo la he disfrutado mucho y nuestra relación me ha dejado gran crecimiento. Sin embargo, cuando salta de mi subconsciente y aparece en mis textos, comprendo que la extraño más de lo que yo misma admito. A ella y a toda la familia, pero por alguna razón hay un acento en ella.
Así que bueno, para volver a mis tortas y sacudirme el down, en esas ando. Ensayo y error. Tomo las recetas de la familia y les voy poniendo mi sello. Sustituyo un ingrediente por otro, altero cantidades, compro moldes diferentes y me lanzo al disfrute tan enorme que me da meterme en la cocina a jugar a ser repostera. También en mis ratos de entretenimiento están mi mamá, mi tía y mi hermana en mis pensamientos. A mi mamá a veces la asalto a preguntas, que ella feliz me responde en tiempo real gracias a las nuevas tecnologías.
Lo tengo claro. Mi interés por meter mis recuerdos al horno va creciendo y creciendo. Al menos trascendió la pasión por la repostería a esta representante amateur de la tercera generación de la familia.
Que belleza, me senti en la casa de mi mama con los pajaritos, haciendo ponque... Te estas aplicando muy bien. Dame la receta del chocolate caliente, porque aqui eso que llaman hot chocolate, ni la sombra del que hacian en mi casa con Chocolate La India.
ResponderEliminarBesote y tu blog tiene punto de deleite!
Mmm..que pasión la cocina... una mezcla de sensaciones cuando las nostalgia te traslada en tiempo y espacio y rn tu naríz sentis los aromas con los que creciste.
ResponderEliminar2 + 2 no es cuatro en el rubro, y todo es química...es lo difícil de replicar algo, pero lo desafienta que tiene la gastronomía, poder mezclar en la mente, con el alma y el corazón, mientras se te hace agua la boca, ANTES de siquiera comenzar.
Besos desde Neuquén Patagonia Argentina.
http://ferynanicanada.blogspot.com.ar/
Quien se come todas esas tortas de ensayo y error???? Fait attention lo!!!! ;-) como siempre es un gusto leerte. Mil besos! Naty Piacenza
ResponderEliminarLeonor, tu siempre con tus comentarios tan gentiles. Gracias por ser de mis lectoras más fieles. Quedo pendiente de darte la receta del chocolate.
ResponderEliminarFer y Nani, es muy cierto. Sin siquiera haber empezado la torta, ya en mi mente puedo ver cómo va a quedar. Se mezcla el alma, la mente y el corazón.
Naty! Que alegría ver tu comentario. Afortunadamente la mayoría de lo que hago lo comparto o regalo, así que en casa se queda sólo una pequeña parte, que igual es peligrosa! C'est vrai... Je dois faire attention!
Daría todo por probar esas delicias!!!! Estoy segura que están tan ricas como todo lo hermosas que se ven por fuera...La tradición y destreza forman parte también de ese logro que estás obteniendo. Con constancia vas a conseguir ser una excelente repostera!!!
ResponderEliminarAdelante...
Mamita!!!
Gracias mamita. Ojalá. Un besito. Te amo.
ResponderEliminarCertificado el sabroso sabor de las tortas. Luego de algunos ajustes propios de la estabilización del proceso y con la incorporación del gran amigo "chocolate" en la versión marmoleada... ahora me doy mas vueltas x la cocina desde que se enciende la Kitchen Aid y hasta que entra al horno la mezcla. ;)
ResponderEliminarY si así van quedando las tortas... ya me imagino cuando me hagan el mousse de chocolate.
Muy bien por mi "dulce" esposa...