Abril y mayo han traído de todo, “como en botica”. Pasaron los días a gran velocidad desde que escribí mi último post, y se me hizo casi imposible venir a esta tranquila esquina que tanto extrañé. ¿Razones? Una sola, y muy especial. Recibimos en casa a mi suegra y a nuestro pequeño sobrino-ahijado, quienes vinieron de sorpresa desde España para el cumpleaños de Javier. La primera visita familiar desde que llegamos a Canadá. El mejor regalo del mundo que mi esposo pudo recibir.
Así que desde principios de abril las semanas corrían bajo mis pies aceleradamente, mientras yo organizaba todo en secreto para que la sorpresa fuese perfecta. Y llegó el gran día, y hubo lágrimas de felicidad, torta de chocolate, regalos y mucho más.
Pasadas las horas, nuestra rutina había dado un vuelco y ya había un poco de desorden, amenas conversaciones a cualquier hora del día, juguetes en la alfombra, besitos llenos de dulce, abrazos y más abrazos, botellas de vino, picnics, consentimientos, muchas visitas a los parques, juegos divertidos, paseos, cansancio bonito, amor y conciencia de nuestra gran fortuna.
Pero llegó el momento de decir “hasta luego”. Todo llega y todo pasa como dice mi padre, y eso aplica para lo bueno y también para lo que no lo es tanto. Entonces se instaló en el corazón esa rara sensación de querer detener el tiempo, cuando no se puede. Y nos volcamos en abrazos muy sentidos, de esos que quieren decirlo todo en la brevedad de la despedida. Y brotaron desde adentro hermosas y sabias palabras. Y nos regalamos miradas empañadas y francas.
Luego lo que uno quiere es que la rutina regrese con fuerza para que la melancolía se quede muda y no pueda dirigirte la palabra. Ignorarla y continuar. Crecer en fortaleza. No queda otra.
Confirmo que una de las lecciones más difíciles de inmigrar y vivir lejos es la de aprender a despedirse. ¿Será que con el tiempo llega a ser más fácil? Ojalá, ¿verdad?
Qué bonita sorpresa no solo para Javi. Hermosa la forma como describes esa felicidad etérea cuando somos inmigrantes... Y solo para agregar una respuesta a tu pregunta, me toca decirte que no importa el tiempo que pases viviendo lejos de quienes amas, la tristeza de verlos partir luego de reencontrarlos en una corta visita en la que te llenan tantos vacíos se acaba cuando tu rutina empieza, pero basta que nuevamente toquen la puerta para que ese ciclo se repita de princpio a final: lágrimas de alegría, dulce compartir y otra vez la despedida, el silencio.
ResponderEliminarGracias inmensas, mi Jera, por tu hermoso y sincero comentario. Un abrazo y saludos!
ResponderEliminarVero que descripción tan acertada de los últimos días cuando tenemos visitas, yo no hace mucho que emigré pero toda mi generación de primos y grandes amigos han emigrado, así que tengo algo de experiencia en las idas al aeropuerto, comidas de despedida y actividades de últimos días y creo que siempre son distintas, unas veces más llevaderas que otras, pero nunca fáciles. Cariños desde Madrid
ResponderEliminarMariana, pues veo que en efecto tienes más experiencia quo en estas lides. Vaya mundo el que nos tocó vivir, no? El de las migraciones y los proyectos a un vuelo de distancia. Me da mucho placer leerte por aquí. Un gran abrazo.
EliminarOh, casi lloro con tu post que chorrea puro amor. De despedidas, tengo postgrado y todavia no domino ese sutil arte. Hace tiempo que aplico el "cero drama" es decir, me despido con un " chao, nos vemos" porque sino,lo que provoca es tirarse a llorar al suelo. si, las despedidas, son lo mas duro del mundo.
ResponderEliminarBesote y bienvenida, ya te extranabamos.
Sí, Leo. El pragmatismo es una buena salida para estos momentos. Lástima que mis intentos de ponerlo en práctica no han sido los más notables. Esa es una palabra que, para mi desdicha, no cuadra conmigo! jajajaja. Un beso.
EliminarVero, la nostalgia de las despedidas es inevitable. Así que será un sentimiento que aflorará cada vez que ocurra un reencuentro. Pero pensar en los momentos lindos que se vivieron, en los días anteriores, te permite darle impulsos positivos, que te ayuda a pasar ese guayabo, como decimos en esta tierra. Bueno así lo siento yo.
ResponderEliminarTe quiero mucho, mi niña. Un abrazo fuerte.
Gracias Titi de mi corazón. Tienes toda la razón. Al menos queda el buen sabor y la satisfacción de habernos dado y entregado a los seres que queremos siquiera por algunos días. Te quiero mucho yo también.
EliminarVerito! Las despedidas, en cualquiera de sus categorías, son difíciles de aceptar. Recordar los momentos que se disfrutaron pienso que debe ayudar a superarnos, y el retomar las actividades cotidianas completaría en parte la recuperación sentimental. Es difícil acostumbrarse a esa separación, pero mantener la esperanza en que pronto habrá otro reencuentro nos alegra el corazón
ResponderEliminarTe quiero mucho mi SOL .
Besitos y abrazos....!!!
Adelante !!!
Es verdad mami, la ilusión de la próxima vez también alimenta el alma. Te quiero.
EliminarUna imagen habla mas de mil palabras....La mejor foto, es la de ese chiquitin con un chaqueton de bomberos...Sera que tales atavios son muy familiares para este servidor ;)
ResponderEliminarAunque todavia estoy vivindo en el convulsionado pais a la orilla del mar caribe, cuando me siento nostalgico, siempre hecho mano de algun album familiar o de algunas otras fotos tomadas en mis multiples y largas correrias de trabajo...La moraleja es: Atesora esas imagenes, copialas en mil + 1 CD y recuerda siempre que son el instante de tiempo detenido que tanto deseas disfrutar...
Gracias Marco-Luis por tan bello comentario. Estoy de acuerdo contigo. Tanto lo estoy, que cuando emigré a Canadá, como parte de mis pertenencias traje dos álbumes: uno, de muchas fotos sueltas que hablan de mi historia familiar, y también me di a la tarea de recopilar muchas de ellas por el lado de mi esposo. Dos, el album de mi boda. Son mi tesoro. Mi memoria. Me acompañan. ¡Un placer que me leas!
Eliminar