agosto 30, 2013
Que tus fotos te acompañen
Meter décadas de vida en algunas pocas maletas para continuar escribiendo la historia de uno en otro país exige perder mucho lastre; botar peso, volverse liviano, darle paso a lo nuevo, purgarse, desapegarse… ¡Liberarse! Es un proceso insufrible, parsimonioso y a la vez sanador que implica tomar entre las manos cada objeto que te ha acompañado por años, y volverse su juez: sirve, no sirve, me gusta, no me gusta, lo boto, lo regalo, lo dono, lo guardo. Y cada sentencia desencadena, en forma inevitable, trabajo. Físico y agotador trabajo.
Recuerdo que a lo largo de las varias semanas que duró nuestro trasegar en Caracas, yo tenía una fijación con las fotos. Las de mi historia, de Javi y la nuestra. Ya desde mucho antes había empezado la selectiva recopilación. Con la gentil colaboración de mi mamá y mi suegra armé la película completa y llené un álbum, que se sumó al de nuestra boda (objeto sagrado y apreciadísimo en este hogar).
Yo me negaba a solo digitalizar las fotografías. Las necesitaba en físico. Tenía que poder tocarlas. Saber que algunas habían sido impresas hace “sopotocientos” años. Ver que ciertas de ellas estaban hasta perdiendo color. Atesorar con más cuidado las más viejitas. Poder voltearlas y verificar si por casualidad tenían escrita la fecha. Tocar. Tocar. Sentir que me estaba trayendo nuestra historia. En ocasiones hemos abierto los álbumes y les garantizo que la terapia es maravillosa. Como dice el bolero, “recordar es vivir cuánto se ha amado, recordar es vivir un grato pasado”.
Este mágico proceso sirvió para sacudirle el polvo a viejas anécdotas mientras pasábamos de mano en mano las imágenes. Adoro escuchar. Oír historias familiares siempre permite completar ese gran rompecabezas que es el ayer y descubrir su fascinante influencia en nosotros.
Además, cuando uno por fin llega a su nueva ciudad como inmigrante a veces se siente que se está en la nada. Hay que explorarlo todo desde cero, incluyéndose uno mismo. Entonces en esos primeros momentos, cuando quizás se sienten profundas ganas de ubicarse, ahí está nuestra historia. En mi caso, poder tener a la mano mi memoria en su versión original ha sido tremendamente positivo.
Sólo puedo dar fe de que, aunque es cierto que se debe botar lastre al hacer las maletas más importantes de tu vida, debes procurar que tus fotos te acompañen.
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Si es cierto, además no es lo mismo con las fotos digitales que con las impresas, sobre todo las de antes, con esa pátina de viejas... :))
ResponderEliminarBesos y salud
Así Genín. No es lo mismo! Un abrazote.
EliminarHola Vero, mu cierto lo que escribes. Yo tengo mi galería de fotos, me acompañan. Lindo tu escrito!
ResponderEliminarUn abrazote
Gracias Leo. Un abrazo para ti también!
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